“¡Cuán hermosos son tus amores, hermana, esposa mía!
¡Cuánto mejores que el vino tus amores,
Y el olor de tus ungüentos que todas las especias aromáticas!” (Cantares 4:10)
Existen pasos que al ser transitados pueden llegar a unir dos corazones en amistad o en algo más, es decir, un noviazgo. Por ello, es necesario detectar estas etapas y su funcionamiento para poder hacer prevención:
El primer paso es el cruce de miradas. Este momento es el primer acercamiento. Puede darse en el marco menos esperado, como un centro comercial, una reunión familiar, o un lugar tan poco ortodoxo como un medio de transporte. Las miradas se sostienen. Suele no durar mucho este primer momento. Si uno de los dos, no sostiene la mirada, sino que la desvía hacia otro lado, entonces el camino se rompió aquí.
El segundo paso es el intercambio de sonrisas. Este momento es a continuación (y aun en paralelo) del primer paso. Las personas se lanzan sonrisas, que pueden contener mensajes sencillos de amistad, y aun de coquetería. Aquí se podría desarrollar una atracción, pero no siempre es así, sino una amistad o afinidad sin la presencia de algo más, como se da en el caso de los amigos.
El tercer paso es el saludo inicial. Un sencillo “hola”, que al ser respondido, es seguido de la presentación de cada uno por su nombre, y hasta va acompañado de un apretón de manos, suave o firme. Así se inició el diálogo y ambos se miden en cuanto a intereses, locuacidad y se observan si se sienten cómodos entre los dos.
El cuarto paso es el beso en la mejilla. Cuando ya se aceptan como conocidos y se han permitido iniciar una amistad, entonces se aceptan al ingresar en el metro cuadrado personal, el cual es una zona imaginaria que nos rodea y que si algún desconocido ingresa en ella, sin nuestro permiso o consentimiento, nos incomoda. Pero al iniciar una amistad, la mayoría se despide o saluda ya no con un apretón de manos, sino con un beso santo en la mejilla.
El quinto paso es el abrazo de costado, o poner el brazo en el hombro del amigo o amiga, en señal de afinidad y cariño. Es una señal de compañerismo y camaradería. No hay más contacto físico que aquel.
Hasta aquí debió haber llegado el amigo o la amiga. Aquí está el límite. El novio o novia inicia aquí.
El sexto paso es el tomarse de las manos, es decir, el caminar tomados de la mano. Ya él o ella ingresó a tu metro cuadrado porque tu lo permitiste. Recuerden que aquí no solo debe reinar el “me gusta”, como con Sansón, sino los principios y el consejo de quienes tienen más experiencia.
El séptimo paso es el beso en los labios, que se espera que sea con cariño y no “francés” (con lengua) debido a que tiene una alta carga sexual y es exitante. Este es el privilegio de la novia y del novio. El varón ya solicitó el permiso de los padres de ella para frecuentarla. A esta etapa se le suele llamar enamoramiento, pero el nombre castizo es Noviazgo. No se debe confundir con el noviazgo luego de pedir la mano para el matrimonio, a esto se llama Compromiso, y el novio ya no dice: “Te presento a mi novia”, sino, “Te presento a mi prometida”.
Hasta aquí llegó el novio o novia, de aquí en adelante es para los esposos. El que los novios transiten por estos pasos no es permitido por la modestia y el honor. Este es el terreno del derecho conyugal.
El octavo paso es el contacto con la cintura. Los esposos pueden tomarse uno al otro de la cintura.
El noveno paso es el abrazo total, es decir, se acercan mucho los cuerpos frente a frente.
El décimo paso es el beso francés, o beso con alta carga sexual.
El onceavo paso es el jugueteo sexual, o el acariciarse todo el cuerpo.
El doceavo paso es el coito o penetración vaginal.
Dios nos creó para ser felices, también a nivel sexual, pero siguiendo sus principios que traen aparejados felicidad y dicha. Recuerden que Dios nos hizo y Él sabe qué es lo mejor para todos.
Por
Pr. Yván Balabarca
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