Si hay algo que me molesta es ver programas de TV que presentan a los cristianos como seres raros, que parecen extraterrestres, tratan con desprecio la imagen del creyente, tanto que nos molestamos con la expresión ‘creyente’; preferimos usar otros sinónimos. Gran parte de la sociedad cree que ser creyente es una broma, una limitación. Infelizmente, muchos entienden que simplicidad y modestia (principios bíblicos) tienen que ver con descuido, mal gusto y acomodación; que ser diferente es ser extraño. De acuerdo con el Espíritu de Profecía, nuestra imagen es una recomendación de nuestra fe.
Antes de hablar de conducta cristiana, sepa que la modestia es considerada una cualidad positiva, que está de acuerdo con los esquemas éticos y morales establecidos por la sociedad. No es manía o invención del creyente. La joven oradora católica Jessica Rey, filipina que vive en Estados Unidos, predica sobre la imagen cristiana, y dice que “modestia no es esconder el cuerpo, sino revelar la dignidad”. Cuántas cosas necesitamos aprender sobre este principio bíblico que está relacionado con nuestra apariencia y también con nuestro comportamiento.
Algunos consejos:
- Tenga una imagen que transmita confianza y credibilidad, al final usted difunde un mensaje que debe ser tomado en serio.
- No confunda elegancia con riqueza. Podemos ver a millonarios que se comportan de manera inadecuada, y personas que viven en la calle que actúan con clase. Tener clase no es un lujo, es un principio de vida.
- MODESTIA es lo mismo que DISCRECIÓN. Note que varias piezas de ropa de las llamadas “moda evangélica” son todo menos discretas. Abusan de accesorios, adornos y, muchas veces, de mal gusto. Llaman más la atención que una pieza bien seleccionada de una tienda común.
- Vestirse con sencillez es una virtud, pues usted no intimida a los más pobres con una ostentación innecesaria.
- Por eso recomendamos la sencillez con elegancia, pues así se transmite la mejor impresión a todos los públicos.
Ya consideramos por este medio innumerables estudios científicos y consejos de especialistas sobre el poder de la imagen. Todos están de acuerdo que la apariencia es el primer lenguaje. Habla de nosotros antes que abramos la boca. Puede transmitir confiabilidad, pero también puede generar rechazo. Cuidado, la imagen puede ser un ruido en la comunicación, un bloqueo. Es obvio que el foco de la vida cristiana no es ser elegante, arreglado o aseado. Al final, leemos en 1 Pedro 3:1-4 que nuestro adorno interior es lo más importante. Pero para realizar una misión tan grande es necesario estar atentos a todos los detalles, por eso la Biblia nos orienta también sobre nuestra vestimenta.
En 1 Samuel 16:7 encontramos un texto famoso que dice que ‘el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero el Señor mira el corazón’. Pocos saben interpretar correctamente este pensamiento. Primero, debemos entender el contexto de ese versículo. Dios le había pedido a Samuel que buscara un nuevo rey para Israel, pero que no tuviera en cuenta la apariencia de quien podría o no ejercer ese cargo. Entre todos los bien parecidos con cara de poderosos que encontró Samuel, Dios le avisó que el elegido era David, el menor de Isaí, que cuidaba ovejas. Nadie parecía darle importancia. No creían que David tenía ‘cara de rey’. Y ese es el tipo de apariencia que Dios mira. No importa nuestra estatura, color o posición. Él ve nuestro mayor potencial cuando nadie más lo capta. Ah, también vale recordar que la Biblia dice: “Así alumbre vuestra luz delante de los hombres” (Mateo 5:16). O sea, a Dios le importa lo que las personas piensan de nosotros. Como vimos antes, el hombre no tiene el poder de ver nuestra alma, nuestro corazón. Solo Dios puede hacerlo. Entonces, es obvio que debo prestar atención también a mi apariencia, pues es lo primero que el mundo observa en mí.
Acostumbramos decir que nuestro hogar no es aquí, pero tampoco es en Marte, ¿verdad? Somos representantes de un reino, ¿será que no tenemos que velar por una imagen? ¿No debemos estar atentos a las impresiones que transmitimos? Me gusta mucho el texto de Elena de White que dice: “No. No debemos ser raros o singulares en nuestra vestimenta para diferenciarnos del mundo, porque nos despreciarían si lo hiciéramos” (Consejos sobre la salud, p. 606). Así como cualquier empresa e institución, tenemos que mantener la imagen de acuerdo con nuestra ideología. Nuestros principios promueven la decencia, modestia, distinción entre los géneros, pureza, y como toda la creación de Dios, buen gusto. Elena de White dice que debemos educarnos en nuestra “sencillez con el vestir, sencillez con elegancia”.
Ya conté esta historia, pero es bueno recordar: En las clases de periodismo televisivo en la facultad, mi profesora decía que para presentar un informativo en televisión el profesional debe estar vestido y peinado con elegancia, pero sin extravagancia. ¿Saben por qué? La elegancia es necesaria para que el comunicador sea respetado y tomado en serio. ¿Y sobre evitar extravagancia? Es sencillo. El periodista no debe llamar la atención para sí mismo sino para la noticia. Redactemos nuevamente la última frase para entender mejor cómo debe ser nuestra actitud como comunicadores de Dios: El cristiano no debe llamar la atención hacia sí mismo, sino a la noticia (el evangelio). Eso es modestia.
Por
Emanuele Salles
Fuente: PORTAL ADVENTISTA DE LA DSA